miércoles, 19 de octubre de 2011
Una caja de música aún sin abrir.
Soy una caja de música. Sé que es una comparación quizás incoherente, pero, si buscas bien casi todo tiene su lógica. ¿Por qué soy una caja de música? Porque soy esa muñeca que vive dentro, triste, y a oscuras, que se siente sola a menudo, esperando el momento en el cual brillar, que se desespera porque ve que no llega y entonces...Pasa alguien, tal vez, sólo por casualidad o por simple curiosidad, abre la caja, a la bailarina escondida le brillan los ojos, se siente nerviosa, es su momento. Debe enseñar que sabe bailar, deben admirarla, por su belleza, por sus habilidades, por toda la fortaleza que ha demostrado al haber aguantado escondida entre las oscuras paredes de su caja de madera. Es feliz, más de lo que había sido en mucho tiempo, pero en aquel momento, algo vuelve a pasar, quizás porque el espectador se haya cansado de su monotonía, porque quizás no aprecie su tonto baile, o quizás de nuevo por casualidad, cierra la tapa. La bailarina se vuelve a esconder y la sonrisa que momentos antes se había dibujado en su rostro se va convirtiendo en un mar de lágrimas, lágrimas porque sabe que después de ese momento de alegría, vuelve la tristeza de su pequeña caja de madera, toca esconderse y resignarse a sólo salir en ocasiones.
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