sábado, 29 de octubre de 2011

Aquellas pequeñas cosas.

¿Sabéis cuál es una de las cosas que más me gustan en el mundo? Salir a la calle mientras llueve y ver a la gente como intenta resguardarse de ella, como si de ácido se tratase. Sin embargo a mí, me encanta, me encanta andar mientras me empapo, pensando en mis cosas e imaginándome como será la vida de los demás. Intentando ponerme en la piel de ese hombre que sale de la estación corriendo y con el maletín en la cabeza para evitar mojarse, en la piel de la mujer que mira por la ventana mientras se quita el maquillaje y decide quedarse en casa, en la piel de esos niños que ríen y gritan saltando encima de un charco, a la vez que su abuelo intenta llevárselos a casa para que no se resfríen, en la piel del mendigo al que ya no le importa nada, en la piel de los que esperan el autobús para reunirse con su familia, o los que se despiden en la parada de ellos, en la piel de los dos enamorados que hay en medio de la calle besándose, como si la lluvia no les rozara, en la piel de los que, como yo, salen a evadirse y observar lo que pasa a su alrededor. En la piel de todas y cada una de las personas.
Porque no hay nada mejor como fabricar ese mundo, tu mundo.

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