No soy capaz de decirlo en alto, ni tan siquiera de compartirlo; no puedo, me rompo un poco más por dentro sólo de pensar que sale de mí. Soy incapaz de cicatrizar, de echar a mis demonios, de encontrarme y volver a ser yo.

Pero es que esa que era ya no está, se fue
contigo. Se fue el mismo día que me dejaste, el mismo día en el que tanto sufrimiento terminó, cuando se acabó el decirme que todo iba bien -a sabiendas que no lo creía-, cuando se apagó esa sonrisa que aún eras capaz de poner, las palabras que quedarán siempre en mí, las que me atormentan y las que curan. Todo eso ya no está, como yo.
Y dios, ¡cómo duele!
Cómo duele el pensar que daría cualquier cosa por retroceder atrás, por poder decirte todo aquello que no pude, por volverte a decir que te necesito, que desde que no estás mi vida ha perdido sentido, por abrazarte y pedirte que no me sueltes la mano nunca...
Y es que hay tanto, que aunque lo escribiera dudo que alguien pudiera entenderlo... Pero ya
no puedo más.
La mejor persona que he conocido y conoceré jamás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario