Entiendo que tú estés acostumbrado a que te lo den todo,
a que te lo den todo siempre a cambio de nada.
Entiendo que tú, que siempre tienes la última palabra en esto del amor,
que siempre vas un paso más allá de donde llego yo.
Entiendo que tú, te sueltes el pelo.
Y he tratado de olvidarte en parte, porque me matan los celos.
He buscado mil maneras de olvidarte, cómo si fuera tan fácil engañar al corazón.
He buscado mil maneras de olvidarte y ahora tengo que contarte que sólo funcionan dos...
La primera emborracharme hasta casi caer rendida, pero es que esa siempre me entra en líos, y la segunda manera para no pensar en ti es estar contigo.
martes, 31 de enero de 2012
viernes, 13 de enero de 2012
Sin nada que decir, porque nada es importante.
Ahora mismo no sé lo que siento. Ha sido como un jarro de agua fría, gélido, que me ha dejado sin palabras durante unos instantes, y eso sí, me ha hecho estar con una estúpida sonrisa en la boca durante horas, de hecho, aún sigue ahí. En el fondo, ha sido como un consuelo, un hilo de esperanza, el problema, es que ese hilo es muy fino, y quizás no hubiera querido saberlo, pues gracias a eso, en este momento me siento como una completa IDIOTA. Sí, no tengo otra forma de decirlo, pero es que ya es más de un año, más de un año en el que no ha cambiado nada, y de repente, sé que podría haberlo hecho. Por darme cuenta de todo eso, y saber que es irremediable, he acabado llorando como una niña pequeña... Y sí, es la primera vez que alguien consigue eso. En fin, ya es demasiado tarde... Pasará a formar parte de la ropa sucia de Cupido.
martes, 10 de enero de 2012
Ella será siempre de él.
Sentada frente al mar, aferrada a una vieja lata de chapa oxidada, se encontraba ella, en donde lo único que interrumpía aquel acogedor silencio, era el sonido de la marejada. Ese movimiento tumultuoso de las olas y ese olor tan característico, era todo lo que necesitaba para evadirse, -pese a que esta vez no lo consiguiera-. Aun así, simplemente esa sensación de libertad al ser rozada por el suave viento marino, le valía la pena. Se desprendió de aquella caja por un momento, y sacó del bolsillo de su chaqueta un MP3, ya bastante antiguo, de esos que no tienen ni pantalla... Una vez encendido y con los cascos puestos, volvió a coger la lata. Pero al cabo de unos minutos, las lágrimas que yacían de sus ojos recorrieron sus mejillas al escuchar aquella frase: "Dejar de ser el socio, fiel y desaliñado, acérrimo en las gradas del deportivo fracaso..." Decidió pasar la canción y en ese momento abrió la tapa de esa caja. No contenía gran cosa, a simple vista una simple piedra y un trozo de papel, pero no era sólo eso... Esa "roca" era la mitad de un corazón, y el pedazo de papel, eran las últimas palabras que él le escribió, con ese "te quiero" bien marcado.
Jamás se desprendería de esa vieja lata.
Jamás se desprendería de esa vieja lata.
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