Al final siempre hay algo por encima de mí, que va por delante y no puedo sobrepasar. Algo que hace que no sea lo suficientemente importante y quizá simplemente eso, que no sea suficiente. Nada lo es, da igual lo que haga o diga, nunca lo es.
Mientras tanto, los fantasmas y demonios me lo recuerdan y se enganchan a mí... Y cómo pesan. Cuánto peso sobre una espalda cansada de tirar sin una mano que la acompañe; no es necesario nada más, no pide que tiré, simplemente que vaya al lado, pero por favor, que no frene, que no presione más hacia abajo. El suelo ya está rozando.
Rozando como la gota que colma el vaso... Qué ironía, si el agua siempre fue la mejor aliada, la mejor vía.